Como todos los domingos, a la hora del Ãngelus, el Santo Padre Francisco se asomó a la ventana del Palacio Apostólico Pontificio para rezar junto con los fieles allà presentes la oración a la madre de Dios, e impartir su catequesis sobre el Evangelio del dÃa, que hoy nos presenta el nacimiento de san Juan Bautista.
En la fiesta de san Juan, que la Iglesia católica celebra exactamente seis meses antes de la Navidad, el Romano PontÃfice abordó el tema del misterio de la vida humana.
Dios no depende de la lógica humana
A partir del recorrido que realizó a través de las palabras del Evangelio de san Lucas, que narra la maravilla del nacimiento de Juan de padres ya ancianos, el Papa habló de la lógica de Dios, que “no depende†de la nuestra, ni tampoco de nuestra “limitada capacidad humanaâ€:
“Hoy la liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Natividad de San Juan Bautista. Su nacimiento es el evento que ilumina la vida de sus padres Isabel y ZacarÃas, e incluye en la alegrÃa y el estupor a parientes y vecinos. Estos ancianos padres habÃan soñado y preparado aquel dÃa, pero ya no lo esperaban más: se sentÃan excluidos, humillados, decepcionados. Ante el anuncio del nacimiento de un hijo, ZacarÃas se quedó incrédulo, porque las leyes naturales no lo consentÃan, eran viejos, eran ancianos. En consecuencia el Señor lo dejó mudo durante todo el tiempo de la gestación: es una señal. Pero Dios no depende de nuestras lógicas y de nuestras limitadas capacidades humanasâ€.
Debemos aprender a confiar y a callar frente al misterio de Dios
Por esta última afirmación el Santo Padre indicó la necesidad de aprender a confiar y a callar frente el misterio de Dios, y de contemplar con humildad y silencio su obra, que se revela en la historia, porque , dijo, “nada es imposible para Diosâ€:
“Ahora que el evento se cumple, ahora que Isabel y ZacarÃas experimentan que ‘nada es imposible para Dios’, su alegrÃa es grande. La hodierna página evangélica anuncia el nacimiento y luego se detiene en el momento de la imposición del nombre al niño. Isabel elige un nombre extraño a la tradición familiar y dice: “Se va a llamar Juanâ€, don gratuito e a este punto inesperado, porque Juan significa “Dios ha hecho la graciaâ€. Y este niño será heraldo, testigo de la gracia de Dios para los pobres que esperan con humilde fe su salvación. ZacarÃas confirma de forma inesperada la elección de ese nombre, escribiéndolo en una tablilla – porque era mudo – e «inmediatamente se le soltó la boca y la lengua» y empezó a hablar normalmente bendiciendo a Dios (V.66)â€.
¿Cómo está nuestra fe?
Prosiguiendo con su recorrido, el Papa habló de las sensaciones que vivió el pueblo que acompañó o que tuvo conocimiento de este acontecimiento milagroso, que fueron sensaciones de estupor, sorpresa y gratitud por el milagro de Dios. Y a partir de esta reacción del pueblo propuso una serie de preguntas para la reflexión personal, de manera que meditemos sobre el estado de ánimo de nuestra fe: “¿cómo es mi fe? ¿Es una fe gozosa o una fe siempre igual, una fe chata? ¿Tengo sentido del estupor cuando veo las obras del Señor?â€
“El pueblo fiel de Dios es capaz de vivir la fe con alegrÃa, con sentido de estupor, de sorpresa y gratitud. Pero veamos aquella gente que hablaba bien de esta cosa maravillosa, de este milagro del nacimiento de Juan, y lo hacÃa con alegrÃa, estaba contenta, con sentido de estupor, con sorpresa y con gratitud. Y viendo esto preguntémonos: ¿cómo es mi fe? ¿Es una fe gozosa o una fe siempre igual, una fe chata? ¿Tengo sentido del estupor cuando veo las obras del Señor, cuando escucho hablar de cosas de la evangelización o de la vida de un santo, o cuando veo tanta gente buena: ¿siento la gracia dentro, o nada toca mi corazón? ¿Sé sentir las consolaciones del espÃritu o estoy cerrado a ello? Preguntémonos cada uno de nosotros en un examen de conciencia: ¿cómo es mi fe? ¿es alegre? ¿está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas: ¿he experimentado en el alma aquel sentido del estupor que hace la presencia de Dios, el sentido de gratitud? Pensemos en estas palabras, que son estados de ánimo de la fe: alegrÃa, sentido de estupor y gratitudâ€.
Los padres, colaboradores de Dios
En el final, Francisco evidenció la misión de los padres quienes, dijo, en la generación de un hijo, “actúan como colaboradores de Dios”, y elevó su plegaria al cielo, pidiendo a la SantÃsima Virgen que “nos ayude a comprender que en cada persona humana está la huella de Dios, fuente de vidaâ€:
“Una misión verdaderamente sublime que hace de cada familia un santuario de vida y que despierta- el nacimiento de cada hijo- la alegrÃa, el estupor y la gratitudâ€, concluyó.
Beatificación de la “Chiquitunga” en Asunción
Durante sus saludos a los fieles el Obispo de Roma se refirió a la beatificación en el dÃa de ayer en Paraguay, de MarÃa Felicia de Jesús Sacramentado, al siglo MarÃa Felicia Guggiari EcheverrÃa, hermana de la Orden de las Carmelitas Descalzas.
El Santo Padre recordó que la hoy beata “vivió en la primera mitad del siglo XX, se unió con entusiasmo la Acción Católica y se encargó de los ancianos, los enfermos y los presosâ€. “Esta fructÃfera experiencia de apostolado, sostenida por la EucaristÃa cotidiana, – dijo – desembocó en la consagración al Señor. Murió a los 34 años, aceptando la enfermedad con serenidad”. E indicó el testimonio de esta joven Beata como una invitación para todos los jóvenes, especialmente para los paraguayos, a vivir la vida con generosidad, ternura y alegrÃa.