El Papa a responsables de liturgia: “Llevar el pueblo a Cristo y Cristo al pueblo”

“Una celebración que no evangeliza no es auténtica”, por eso, considerar los progresos y aspectos que deben corregirse, proponer una liturgia que pueda ser imitada, ayudar a redescubrir la belleza de la liturgia y redescubrir y valorar el silencio, fueron algunas de las indicaciones que el Papa Francisco ofreció a los participantes al curso para responsables diocesanos de celebraciones litúrgicas, a quienes recibió este 20 de enero en el Vaticano.

Vatican News

La liturgia “es el arte primario de la Iglesia, el que la constituye y caracteriza”, por ello, el cuidado de las celebraciones exige preparación y compromiso, además de un profundo conocimiento y un profundo sentido pastoral. El Papa a los participantes en el curso “Vivir en plenitud la acción litúrgica” del Pontificio Instituto San Anselmo para los responsables diocesanos de las celebraciones litúrgicas, ofreció este viernes 20 enero algunas reflexiones para el servicio que realizan.

Llevar el pueblo a Cristo y a Cristo el pueblo

En primer lugar, haciendo presente que hoy ya no se habla de “maestro de ceremonias”, sino que los libros litúrgicos se refieren al “maestro de celebraciones”, el Papa Francisco subrayó que el maestro “enseña” la liturgia cuando “guía al encuentro con el misterio pascual de Cristo”. El “tener siempre ante los ojos el bien de las comunidades, la atención pastoral de los fieles, para llevar el pueblo a Cristo y a Cristo el pueblo” es uno de los principios cardinales del Vaticano II, y es el objetivo principal de la liturgia “que también – dijo el Papa – debe estar en primer plano a la hora de preparar y dirigir las celebraciones”.

Si descuidamos esto – advirtió Francisco – tendremos bellos rituales, pero sin fuerza, sin sabor, sin sentido porque no tocan el corazón y la existencia del pueblo de Dios. […] Es Cristo quien hace vibrar el corazón, es el encuentro con Él lo que atrae el espíritu. ‘Una celebración que no evangeliza no es auténtica’ (Desiderio desideravi, 37).

La misión pastoral de formar al clero y los fieles

“Recuperar la capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica y seguir asombrándose de lo que sucede en la celebración ante nuestros ojos” – uno de los objetivos del Concilio – se logra cuando “el propio maestro crece primero en la escuela de la liturgia y participa en la misión pastoral de formar al clero y a los fieles”. Por eso, dijo el Papa, es “indispensable que se provea antes que nada a la educación litúrgica del clero”. Es ante todo “celebrando”, afirmó luego Francisco, como se realiza la “aplicación práctica” indicada por el Concilio:

El decoro, la sencillez y el orden se consiguen cuando todos, poco a poco, a lo largo de los años, asistiendo al rito, celebrándolo, viviéndolo, comprenden lo que tienen que hacer. Por supuesto, como en una gran orquesta, cada uno debe conocer su parte, los movimientos, los gestos, los textos que pronuncia o canta; así la liturgia puede ser una sinfonía de alabanza, una sinfonía aprendida de la lex orandi de la Iglesia. 

Considerar los progresos y aspectos que deben corregirse

El Santo Padre animó a los participantes en el curso para responsables litúrgicos a “ayudar a los superiores de los seminarios a presidir de la mejor manera posible, a cuidar la proclamación, los gestos, los signos, para que los futuros presbíteros, junto con el estudio de la teología litúrgica, aprendan a celebrar bien y el estilo de presidir”. Y habiendo constatado que “se aprende observando diariamente a un presbítero que sabe presidir, celebrar, porque ‘vive la liturgia’ y, cuando celebra, ‘reza’”, los exhortó a ayudar también a los responsables de los ministerios a preparar la liturgia de las parroquias poniendo en marcha pequeñas escuelas de formación litúrgica, que combinen fraternidad, catequesis, mistagogía y praxis celebrativa.

Proponer una liturgia que pueda ser imitada

Por otra parte, destacó que es bueno “valorizar el estilo celebrativo” que se vive en las parroquias: No tiene sentido – dijo – hacer un bonito “desfile” cuando está el obispo y luego todo vuelve a ser como antes.

Su tarea no es organizar el rito de un día, sino proponer una liturgia que pueda ser imitada, con aquellas adaptaciones que la comunidad pueda asumir para crecer en la vida litúrgica. 

Ayudar a redescubrir la belleza de la liturgia

De hecho, – continuó – ir a las parroquias y no decir nada ante liturgias un poco desprolijas, descuidadas, mal preparadas, significa no ayudar a las comunidades, no acompañarlas. En cambio, con “delicadeza, con espíritu de fraternidad, es bueno ayudar a los pastores a reflexionar sobre la liturgia, a prepararla con los fieles”.

En esto el maestro de celebraciones debe usar una gran sabiduría pastoral: si está en medio del pueblo, comprenderá y sabrá inmediatamente cómo acompañar a sus hermanos, cómo sugerir a las comunidades lo que es adecuado y viable, qué pasos son necesarios para redescubrir la belleza de la liturgia y del celebrar juntos. 

Redescubrir y valorar el silencio

Cuidar el silencio – especialmente antes de las celebraciones – fue la última recomendación del Papa. “A menudo, las sacristías son ruidosas antes y después de las celebraciones, pero el silencio – aseguró – abre y prepara al misterio, permite la asimilación, deja resonar el eco de la Palabra escuchada”.

La fraternidad es hermosa, saludarse, pero es el encuentro con Jesús lo que da sentido a nuestro encontrarnos, a nuestro reunirnos. ¡Debemos redescubrir y valorar el silencio!

Finalizando su discurso, el pontífice expresó a los participantes en el curso su aliento por “lo que están haciendo al servicio de la realización de la reforma” confiada por los Padres conciliares, y les instó a ayudar a las comunidades a “vivir la liturgia, a dejarse modelar por ella, para que -como dice la Escritura- ‘el que tenga sed, que se acerque; y el que quiera, reciba gratis agua de vida’ (Ap 22,17)”.

“Ofrezcamos a todos el agua de manantial que brota abundantemente de la liturgia de la Iglesia.”

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