El Papa: Laicos más responsables para la vida y el futuro de la Iglesia

Francisco recibe a los Misioneros de Mariannhill con motivo del Capítulo General y les invita a “cultivar una constante conversión pastoral que se exprese en toda actividad: desde la formación sacerdotal y espiritual de los laicos, hasta la planificación de proyectos apostólicos”.

Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano

Habla de “sinodalidad” y “corresponsabilidad” de los laicos, el Papa Francisco, a los Misioneros de Mariannhill, recibidos en audiencia con motivo del 17º capítulo general que se celebra tras el centenario de la Congregación nacida en Sudáfrica por inspiración del misionero trapense austriaco Franz Pfanner y otros compañeros trapenses. Y es a esos mismos inicios de la comunidad a los que el Papa dirige su pensamiento, invitándoles a mantener sólido el “carisma fundacional”, que “une la fidelidad a los consejos evangélicos con la pasión por difundir el Evangelio ad gentes y hacer crecer el Reino de Cristo en santidad, justicia y paz”.

Escuche y comparta

Vida y futuro de la Iglesia

En su discurso, el Papa abordó la actualidad, a la luz del tema del Capítulo -Solidaridad: llamados a tener un solo espíritu y un único fin- que, subrayó, “es particularmente actual, a la luz del más amplio camino sinodal emprendido en los últimos meses por la Iglesia universal”. Es un “camino eclesial” que “pretende favorecer la comunión, la participación y el compromiso misionero de todos los bautizados, a través de un proceso de discernimiento espiritual centrado en el encuentro, la escucha y la reflexión, para llegar a una apertura cada vez mayor a la novedad del Espíritu y a sus sugerencias”.

Un elemento esencial del proceso sinodal es el desarrollo de un mayor sentido de corresponsabilidad de los fieles laicos en la vida y el futuro de la Iglesia.

 

Conversión pastoral

Los Misioneros de Mariannhill pueden ser un ejemplo en este sentido: “La historia de su Congregación -recuerda el Papa- muestra que, desde el principio, la predicación del Evangelio ha ido acompañada del compromiso de alentar las vocaciones autóctonas, de promover el desarrollo humano integral dentro de las comunidades locales y de desarrollar un espíritu de responsabilidad compartida por el bien común”.

Mientras perseveran en sus esfuerzos por llevar adelante esta unidad y solidaridad al servicio del Evangelio, les animo a cultivar una constante conversión pastoral, que pueda expresarse en todas las dimensiones de la vida y la actividad de su Congregación, desde la formación sacerdotal y espiritual de los laicos hasta la planificación concreta de proyectos apostólicos.

La voz del Espíritu

Y si la sinodalidad a la que está llamada la Iglesia en este tiempo implica “un caminar juntos y un escuchar juntos”, seguramente, afirma el Papa Francisco, “la primera voz a la que debemos escuchar debe ser la del Espíritu Santo”. Una escucha que el Pontífice traduce en metáfora:

No muy lejos de nosotros se encuentra el gran obelisco de la Plaza de San Pedro. Todos conocen la impresión que causó en el abad Pfanner la historia de la erección del gran monolito. A pesar del inmenso esfuerzo humano, el obelisco sólo pudo salvarse de la caída en el último momento vertiendo agua sobre las cuerdas. Hoy, como siempre, se necesita el agua del Espíritu Santo, no sólo para hacer florecer el trabajo de nuestras manos, sino sobre todo para ablandar la dura tierra de nuestros corazones.

Suavizar la caridad

“Ni corazones duros, ni corazones cerrados”, es la recomendación que el Papa deja a los Misioneros, asegurándoles sus oraciones y deseando que el Capítulo traiga “abundantes frutos espirituales”.

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