Fe y razón están en armonía. Superar ideologías y fanatismo

El Papa Francisco recibió a los miembros de la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino, asociación internacional de fieles de Derecho pontificio fundada en Argentina en 1962. Su gran patrono, les dijo, enseña que cuando la inteligencia y el alma se toman de la mano son capaces de construir sociedades más humanas y fraternas

Adriana Masotti – Ciudad del Vaticano

El Papa Francisco recibió la asociación que lleva el nombre de Santo Tomás de Aquino pocos meses después de la muerte, acaecida el pasado mes de mayo, de su fundador, el fraile argentino Aníbal Fosbery, cuyo deseo era “contribuir a la aplicación de las enseñanzas del Concilio Vaticano II”.

El Santo Padre prefirió hablar a todos ellos espontáneamente, aunque les entregó el discurso que había preparado, en el evidencia, entre las novedades del Concilio, la mayor conciencia de “los derechos y deberes de los laicos con relación a la misión evangelizadora”. A ellos, en particular, les corresponde la responsabilidad de llevar la luz del Evangelio a las realidades temporales:

Es siempre sorprendente ver cómo el Espíritu Santo se abre camino en cada realidad del ser humano a través de los talentos que inspira en los discípulos de Jesús. Y hoy, vemos cómo su Fraternidad ha acogido el mensaje conciliar y ha puesto en marcha diversos proyectos para la evangelización de la cultura, la juventud y la familia, creando una gran variedad de instituciones educativas, como colegios, universidades, y residencias universitarias en diferentes partes del mundo.

Entre fe y razón hay una armonía natural

El Papa señala en su discurso que el contexto histórico en el que vivió Tomás de Aquino, patrono de la Fraternidad, presentaba varios retos y explica que en el siglo XIII se redescubrían en Occidente, no sin resistencia, los escritos del filósofo griego Aristóteles. De hecho, algunos temían que “su pensamiento pagano estuviera en oposición a la fe cristiana”, pero santo Tomás descubrió una armonía entre las obras de Aristóteles y la Revelación cristiana.

Santo Tomás fue capaz de mostrar que entre fe y razón hay una armonía natural. Al darnos cuenta de esta riqueza, que es esencial para superar fundamentalismos, fanatismos e ideologías, se abre un camino amplio para hacer llegar a las diversas culturas el mensaje de la Buena Nueva siempre con propuestas que son compatibles con la inteligencia del ser humano y respetuosas de la identidad de cada pueblo.

Rezar hace ver la presencia de Dios en el mundo

De santo Tomás el Pontífice pone de manifiesto el testimonio de “su profunda relación con Dios”, que se observa especialmente en la adoración de Jesús Eucaristía. “Su espiritualidad lo ayudaba a descubrir el misterio de Dios”, subrayó el Papa, puesto que “para percibir la presencia del Señor en el mundo, en los acontecimientos, es necesario rezar, tener el corazón unido al de Jesús”.

Así nuestro espíritu se alimenta, se fortalece, las potencias humanas, como la inteligencia, se perfeccionan, y somos capaces de ver de un modo trascendente cada situación, incluso aquellas que ante la lógica humana solamente pueden presentar un panorama desalentador. Precisamente, la fe y la razón, cuando caminan de la mano, son capaces de potenciar la cultura del ser humano, impregnar de sentido el mundo, y construir sociedades más humanas, más fraternas, y por consecuencia, más llenas de Dios.

La humildad es necesaria para acercarse a todos

También hoy, señala el Papa, han aparecido en el mundo nuevas culturas, algunas de las cuales presentan “nuevas orientaciones de vida” a veces contrarias al Evangelio, y esta realidad también cuestiona a su Fraternidad.

El reto evangelizador que comparten como asociación, sobre todo en el ámbito de las ciudades plurales, multiculturales y multirreligiosas, implica de su parte una gran humildad para saber aproximarse a todos sin hacer exclusiones, incluso a los que no comparten nuestra fe o nuestros valores. Y ahí, entrar en diálogo con las personas, con sus sueños, sus historias, sus heridas y sus fatigas, pues todo lo que es humano es digno de ser abrazado por el amor y la misericordia de Dios.

La educación ayuda a sacar la luz de Cristo en nosotros

El carisma de la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino se realiza a través de la educación, recuerda Francisco, que es una obra de misericordia espiritual. No se limita, en efecto, a una transmisión de conocimientos, sino que permite que surja “lo mejor de cada persona”, ese diamante que es “lo que el Señor ha puesto en cada uno”.

La educación contribuye a que dicho diamante deje pasar la Luz, que es Cristo (cf. Jn 8,12), y que así brille en medio del mundo. Pero recordemos también las palabras que Jesús nos dirige en el evangelio de Mateo: «Ustedes son la luz del mundo […] no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en casa» (Mt 5,14-15). Es decir, el Señor nos hace partícipes de su luz, de su misma naturaleza, y por eso cada uno de sus discípulos y discípulas ilumina el mundo, ahuyentando las tinieblas y transformando la realidad.

El discurso del Papa concluye encomendando a los presentes a María que enseña a ser evangelizadores llevando “la ternura divina” a todos, y con su deseo de que el Señor multiplique “los buenos frutos que esta obra realiza en la sociedad”.

La Fraternidad de los Grupos Santo Tomás de Aquino

La Fraternidad de los Grupos Santo Tomás de Aquino (FASTA) es una comunidad de laicos, sacerdotes y mujeres consagradas de la Iglesia católica fundada en Argentina en 1962 por iniciativa del padre Aníbal Fosbery, miembro de la Orden de Predicadores (dominicos). La asociación tiene como centro la educación, y actualmente está presente no sólo en Argentina, sino también en Ecuador, España, Perú y la República Democrática del Congo con universidades, colegios, escuelas, residencias universitarias, grupos de jóvenes, uniones de padres, comunidades de fe y de apostolado.

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