Siete días con el Papa Francisco

“La celebración penitencial y la consagración de Rusia y Ucrania al Corazón Inmaculado de María, el II Aniversario de la Statio Orbis y el encuentro con los Indígenas de Canadá”, fueron algunas de las actividades que caracterizaron la Semana del Papa Francisco, en la que también pidió una vez más que se ponga fin a la guerra en curso en Ucrania.

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

“No temas”, fue la frase que una vez más resonó en la Basílica de San Pedro, la tarde de este 25 de marzo, cuando el Papa Francisco en un acto de confianza espiritual consagró, en unión con los Obispos y fieles de todo el mundo, el pueblo ucraniano y ruso al Corazón Inmaculado de la Virgen María, a quien con afecto filial veneran como Madre.

Después de la celebración penitencial, realizada en el marco de las 24 Horas para el Señor, el Santo Padre recordó que, no podemos ser rehenes del miedo y del pecado, que el Señor conoce nuestras debilidades y nos pide le llevemos nuestras fragilidades y miserias, para así convertir la desolación en resurrección. Porque las seguridades humanas no son suficientes, dijo el Papa, en cambio, necesitamos la presencia de Dios, él único que puede eliminar el mal, desarmar el cr y devolver la paz.

El Papa donó una ambulancia para Ucrania

Al día siguiente, el Cardenal Konrad Krajewski, Limosnero Apostólico, quien había presidido en el Santuario de Nuestra Señora de Fátima, el Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María de la humanidad y en particular de los pueblos de Rusia y Ucrania, partió rumbo a Leópolis, en Ucrania, llevando la ambulancia donada y bendecida por el Papa Francisco en los últimos días, la misma que será entregada a las autoridades ucranianas y servirá de ayuda a la población necesitada debido a la llegada de numerosos refugiados que vienen huyendo del conflicto.

El Pontífice y la Federación Italiana Ricetransmisioni

Ese mismo sábado, 26 de marzo, el Santo Padre se reunió en el Aula Pablo VI del Vaticano con la Federación Italiana Ricetrasmissioni, estimulando su actividad de voluntariado en la protección civil y en la solidaridad con las personas más frágiles, en especial con los refugiados ucranianos. A esta Institución de voluntariado que ha cumplido 50 años de vida, el Papa Francisco les recordó que, es bello poder ayudar a las personas necesitadas y frágiles gracias a un instrumento eficaz como la radio, es el principio de los dones, de los talentos, hechos fructificar para el bien común.

Ángelus del 27 de marzo

Mientras que este domingo, 27 de marzo, el Santo Padre en su alocución previa a la oración del Ángelus reflexionó sobre el Evangelio del día que nos habla del Hijo Prodigo y dijo que, “quien tiene un corazón sintonizado con Dios, cuando ve el arrepentimiento de una persona, por graves que hayan sido sus errores, se alegra”. Porque Dios es siempre Padre que perdona con compasión y ternura.

“En este momento de la parábola, el Padre abre el corazón al hijo mayor y le expresa dos necesidades, que no son mandamientos, sino necesidad del corazón: «Convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida». Veamos si también nosotros tenemos en el corazón dos necesidades del Padre: celebrar una fiesta y alegrarse”.

Statio Orbis, voz profética contra las guerras

Ese domingo, se recordó el 2 aniversario del ingreso del Papa Francisco a la Plaza de San Pedro, avanzando solo en la escalinata, empapada por la lluvia, llevando consigo la angustia de un mundo que anhelaba liberarse de la pandemia. Era la Statio Orbis del 27 de marzo de 2020, la oración que se volvía, al mismo tiempo, íntima y coral, solemne y sencilla, profética.

Fue un “Momento extraordinario de oración en tiempo de epidemia presidido por el Santo Padre”, recordado como un icono del pontificado de Francisco. Oscuridad, silencio, vacío, desconcierto, miedo: los sentimientos que habitaban el corazón de las personas asediadas por la pandemia y que el Papa -a la luz del relato evangélico de la tempestad calmada- encomendó al Padre. En todo el mundo, repetido por creyentes y no creyentes, sigue resonando aquel “nadie se salva solo” y que “todos estamos en el mismo barco”: un ancla, la renovada conciencia de una interconexión que no es una jaula, sino que es vida.

El Papa recibió a una delegación de Indígenas de Canadá

“Verdad, justicia, sanación, reconciliación”. Vinieron de Canadá a Roma con este “equipaje” para presentarlo y compartirlo con el Santo Padre, para emprender un camino común que probablemente no logre borrar el dolor del pasado, pero que puede sanar y prevenir el del futuro. Una representación de los pueblos indígenas de Canadá fue recibida la mañana de este lunes por el Papa Francisco en la Biblioteca Apostólica, durante dos audiencias sucesivas. Se trata de una delegación de mestizos (Métis) y otra de Inuit, acompañados por varios obispos de la Conferencia Episcopal Canadiense, que permanecieron alrededor de una hora cada uno con el Papa Francisco. Un tiempo que, afirma el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, “se c c aracterizó por el deseo del Papa de escuchar y dar cabida a las dolorosas historias que traían los supervivientes”.

Catequesis: la sabiduría y el valor de la vejez

En la Audiencia General de este miércoles, el Santo Padre continuó su ciclo de catequesis sobre la sabiduría y el valor de la vejez. En esta ocasión, el Pontífice invitó a meditar las figuras de Simeón y Ana, como un ejemplo de una vejez capaz de reconocer los signos de Dios.

“Continuamos nuestras catequesis sobre la ancianidad, y hoy contemplamos de modo especial a Simeón y Ana. La razón de vivir de estos ancianos era esperar la visita de Dios; y lo hicieron llenos de vitalidad espiritual, en una actitud de oración y servicio. Al final de sus vidas, ambos supieron reconocer en el Niño Jesús al Salvador, fuente de paz y consuelo. Su ejemplo nos enseña que la fidelidad en la espera afina los sentidos espirituales y nos hace más sensibles para reconocer los signos de Dios”.

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