La oración mantiene encendida la lámpara del corazón

Al comentar el Evangelio del primer domingo de Adviento, el Papa Francisco invitó a determinar qué tipo de cristianos somos comprendiendo lo que pesa en nuestros corazones. Mientras Jesús nos pide que estemos “atentos” y nos anima, porque cuando “todo parece acabado, el Señor viene a salvarnos”. De ahí que debamos “esperarlo con alegría”, “incluso en medio de las tribulaciones, en las crisis de la vida y en los dramas de la historia”

Vatican News

Al asomarse, este mediodía, a la ventana de su estudio frente a la Plaza de San Pedro, para rezar con los fieles y peregrinos la oración mariana del ángelus de este primer domingo de Adviento, el Papa comentó el Evangelio propuesto por la liturgia que corresponde a san Lucas.

Acontecimientos desoladores y tribulaciones

Dirigiéndose a los queridos hermanos y hermanas el Santo Padre explicó que el evangelista nos habla de la venida del Señor al final de los tiempos. Y destacó que Jesús anuncia “acontecimientos desoladores y tribulaciones”, a la vez que “nos invita a no tener miedo”. No porque “todo irá bien”, dijo, “sino porque Él vendrá, lo ha prometido. Esperar al Señor”. De hecho, Francisco glosó el parágrafo que dice:

“Tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”

De ahí que el Santo Padre haya afirmado que “es bueno escuchar esta palabra de aliento: animarse y alzar la cabeza, porque precisamente en los momentos en que todo parece acabado, el Señor viene a salvarnos” y “esperarlo con alegría” – dijo – “incluso en medio de las tribulaciones, en las crisis de la vida y en los dramas de la historia”.

Como suele hacer el Obispo de Roma también en esta ocasión preguntó: “¿Cómo levantar la cabeza?, ¿cómo no dejarse absorber por las dificultades, los sufrimientos y las derrotas?”. A lo que respondió que el mismo Señor “nos muestra el camino con una fuerte llamada”:

“Estén atentos para que sus corazones no se agobien […]. Estén atentos orando en todo momento”

La vigilancia

El Papa nos pidió que estemos atentos de nosotos mismos, que nuestros corazones no se “vuelvan pesados, vigilar en todo momento rezando”. Al relacionar el estar “atentos” con la “vigilancia”, el Obispo de Roma invitó a detenernos ante “este importante aspecto de la vida cristiana”: “De las palabras de Cristo observamos que la vigilancia está ligada a la atención: estén atentos, no se distraigan, es decir, ¡estén despiertos!”.

“La vigilancia significa esto: no permitas que tu corazón se vuelva perezoso y que tu vida espiritual se ablande en la mediocridad”

No ser cristianos adormecidos

También agregó que hay que tener “cuidado” porque se puede ser “cristiano adormecido”, “sin ímpetu espiritual, sin ardor en la oración, sin entusiasmo por la misión, sin pasión por el Evangelio”. Algo que nos conduce a “dormitar”, es decir, a “seguir con las cosas por inercia, a caer en la apatía, indiferentes a todo menos a lo que nos resulta cómodo”. Y afirmó que “hay muchos cristianos adormecidos, cristianos anestesiados por la mundanidad espiritual -cristianos sin ímpetu espiritual, sin ardor en la oración- oran como loros- sin entusiasmo, cristianos que siempre mira adentro sisn ver el horizonte, ésta es un vida triste”.

“Necesitamos estar atentos para no arrastrar nuestros días a la costumbre, para no ser agobiados, dice Jesús, por las cargas de la vida”

¿Atentos o indiferentes?

Por esta razón el Santo Padre afirmó que hoy “es una buena oportunidad para preguntarnos:

“¿Qué es lo que pesa en mi espíritu? ¿Qué me hace sentarme en el sillón de la pereza? ¿Cuáles son las mediocridades que me paralizan, los vicios que me aplastan contra el suelo y me impiden levantar la cabeza? Y con respecto a las cargas que pesan sobre los hombros de los hermanos, ¿estoy atento o soy indiferente?”

Guardar el corazón de la acedia

Se trata de preguntas que “nos hacen bien” – prosiguió Francisco – porque “ayudan a guardar el corazón de la acedia, que es un gran enemigo de la vida espiritual”. En efecto, el Papa explicó que “la acedia es esa pereza que nos sume en la tristeza, que nos quita la alegría de vivir y las ganas de hacer”.  Es también “un espíritu maligno que ata al alma en el letargo, robándole la alegría”.”Es triste ver a cristianos tirados en el sillón, protegidos  en e lsueño del sillón”, afirmó.

De hecho – recordó el Pontífice – en el Libro de los Proverbios se lee: “Guarda tu corazón, porque de él mana la vida”.

“Guarda tu corazón: ¡eso significa estar atento! Y añadamos un ingrediente esencial: el secreto para ser vigilantes es la oración. Porque Jesús dice: ‘Estén atentos orando en todo momento’”

A lo que añadió que “es la oración la que mantiene encendida la lámpara del corazón”, añadió el Papa, “especialmente cuando sintamos que nuestro entusiasmo se enfría, la oración lo reaviva, porque nos devuelve a Dios, al centro de las cosas”.

“Incluso en los días más ajetreados, no descuidemos la oración. La oración del corazón puede ayudarnos, repitiendo a menudo breves invocaciones”

Antes de rezar a la Madre de Dios – que esperó al Señor con un corazón vigilante – el Papa recordó que en Adviento deberíamos acostumbrarnos a decir, por ejemplo: “Ven, Señor Jesús.Este tiempo de preparación a la Navidad es bello, pensemos en el presebre, en la navidad y digamos de corazón: Ven Señor Jesús, ven. Ven Señor Jesús, es una oración que podemos decirla tres veces, todos juntos”.  Repitamos esta oración a lo largo del día: ¡el ánimo permanecerá vigilante!”, y pidamos a la Virgen que nos acompañe en este camino.

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