Convivir con los pobres como Jesús. El ejemplo del padre Júlio Lancellotti

Al lado de los pobres, como enseña Cristo. Este es el recuerdo de las palabras del Papa Francisco en la llamada telefónica al padre Júlio Lancellotti, en octubre del año pasado. Una misión que se refleja en la rutina del sacerdote que diariamente acoge, en su corazón y en el “Centro São Martinho” de San Pablo, Brasil, a cientos de personas que viven en las calles de la ciudad más grande del país latinoamericano.

Mateus Lino – Brasil 

“Convivimos con la población que vive en la calle en San Pablo, hoy son más de 30.000 personas: el número de mujeres y niños está aumentando. Es una situación, como la llama el Papa Francisco, de descarte para la población y en particular para los pobres, cuyo último lugar es la calle y acaban sobreviviendo en las calles de la ciudad”. Con estas palabras, el padre Júlio Lancellotti ofrece una radiografía del caos social que se vive en la mayor ciudad de Brasil, donde se encuentra y trabaja para combatir el hambre. Coordinador de la Pastoral de la calle, a 72 años su misión es aquella de ser testigo de una “Iglesia en salida”, precisamente como pide el Pontífice.

El padre Júlio en estrecho contacto con los pobres en las calles de San Pablo

La rutina del Padre Julio

Vistiendo una bata blanca y un delantal de Santa Dulce de los Pobres, de la que es devoto, el padre Júlio relata que la misión con los más pobres de los pobres de San Pablo llegó a su vida cuando era un niño. En aquel tiempo, seguía el trabajo de su padre, que colaboraba en el servicio social para menores. Júlio jugaba con los otros niños: “siempre viví con ellos y siempre me llamó la atención la violencia de las autoridades hacia los pobres”, dice el sacerdote.

Todos los días, frente a su parroquia dedicada a San Miguel Arcángel, en el barrio de Mooca, el padre Júlio sale con un carrito lleno de comida y mascarillas. Las ruedas ya están desgastadas y es difícil llevarlo. Pero el sacerdote lo consigue, porque lleva sobre sus hombros un propósito de vida que realiza cada día en el “Centro São Martinho”, a dos manzanas de la iglesia. Allí, 500 personas sin hogar desayunan: para muchos de ellos la única comida del día.

De un carrito lleno a uno vacío, después de las donaciones a los pobres

Las personas que esperan allí rezan sus oraciones y agradecen al sacerdote de todo corazón. En todo momento, el padre Júlio se ocupa de aquella gente que lo mira con ojos llenos de esperanza. Bien alimentada y con el conforto de las donaciones, deja el “Centro São Martinho” para afrontar otro día en la calle.

Donaciones cotidianas a los pobres

Volviendo a la parroquia, el padre Júlio distribuye los últimos panes que quedan en el carrito. Es el momento de separar las numerosas donaciones que llegan a diario y a todas horas: son alimentos, ropa y productos de higiene personal. La separación se realiza a varias manos. Los voluntarios trabajan para que, en poco tiempo, todo esté listo para ser distribuido por toda San Pablo. Victor Ângelo, un voluntario, comenta el papel social del sacerdote en la ciudad: “He visto a gente conseguir una casa, documentos y dejar las calles. El sacerdote hace mucho, se ocupa de la asistencia social para estas personas”.

“Vivo en la calle, ayúdenme por favor. Tengo hambre”, dice el cartel

Dar voz a los pobres y a los vulnerables

Según el mismo padre Júlio, es necesario promover la cultura del encuentro, tan impulsada por el Papa, en lugar de seguir descartando a las personas en la calle. Y este es precisamente el servicio que realiza la Pastoral de la calle de San Pablo, como exhorta Francisco en la Laudato si’, dando voz a los pobres y a los vulnerables.

La donación del Padre Júlio que quita el hambre y reconforta el corazón

La llamada del Papa

“Convivir. Vivir junto a ellos, celebrar con ellos, construir con ellos. Hacer el pan con ellos y comer el pan juntos”, dice el padre Júlio: esta fue la indicación más importante que recibió del Pontífice, cuando el sacerdote fue sorprendido por una llamada telefónica el 10 de octubre de 2020. En el otro extremo, estaba el Papa Francisco en persona, que lo contactaba directamente para animar su trabajo con los pobres en Brasil.

“Hablar por teléfono con el Papa Francisco -dice- fue un momento muy emocionante, muy hermoso, de gran entusiasmo. Lo que cambia quizás ahora es la visibilidad, porque la gente se entera y sabe que el Papa Francisco llama a quien está enfrentando un desafío, una dificultad o cuando quiere transmitir un mensaje importante. Lo que me transmitió a mí es: ‘cuiden a los pobres, estén junto a ellos’. Y lo que me dijo: ‘convive con los pobres como Jesús’”.

*Colaboraron: Társila Elbert y Andressa Collet

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