Sofía Lobos – Ciudad del Vaticano
La tarde del 5 de marzo, en el marco de su viaje apostólico a Iraq, el número 33° de su Pontificado y bajo el lema “Todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8), el Papa Francisco celebró un encuentro con los obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas del país, en la catedral siro-católica de Sayidat Al-Nejat (Nuestra Señora de la Salvación), ubicada en Bagdad y que ha sido objetivo de dos ataques terroristas: uno de ellos, perpetrado el 31 de Octubre de 2010 por el grupo autoproclamado Estado Islámico, costó la vida de 48 personas, entre ellas dos jóvenes sacerdotes y dejó más de 100 heridos.
En su discurso, el Santo Padre agradeció al Patriarca Ignace Youssif Younan y al Cardenal Louis Sako por las palabras de bienvenida, a la vez que dedicó un pensamiento especial a los “hermanos y hermanas que aquí han pagado el precio extremo de su fidelidad al Señor y a su Iglesia”.
El Papa recuerda a las víctimas del ataque terrorista
“Que el recuerdo de su sacrificio nos inspire para renovar nuestra confianza en la fuerza de la Cruz y de su mensaje salvífico de perdón, reconciliación y resurrección”, dijo Francisco, subrayando que, en efecto, “el cristiano está llamado a testimoniar el amor de Cristo en todas partes y en cualquier momento”.
Teniendo en cuenta las dificultades que ha originado la actual pandemia, así como los “arduos desafíos pastorales” que afronta la Iglesia en Iraq, el Pontífice alentó a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y responsables laicos, a seguir adelante sin perder la esperanza cristiana y sin detener “nuestro celo apostólico”, que en estas tierras proviene de raíces muy antiguas.
Cristo se anuncia con el testimonio de vidas transformadas
Asimismo, el Papa exhortó a los presentes a “no olvidar que Cristo se anuncia sobre todo con el testimonio de vidas transformadas por la alegría del Evangelio”.
Haciendo alusión a las dificultades que forman parte de la experiencia cotidiana del pueblo iraquí, como la guerra, las persecuciones, la fragilidad de las infraestructuras básicas y la lucha continua por la seguridad económica y personal; el Sucesor de Pedro agradeció de modo especial, a los hermanos obispos y sacerdotes, “por haber permanecido cercanos a su pueblo, sosteniéndolo, esforzándose por satisfacer las necesidades de la gente”, contribuyendo al servicio del bien común:
“Dejar de lado todo tipo de egocentrismo”
Continuando con su alocución, Francisco hizo hincapié en que el amor de Cristo nos pide “dejar de lado todo tipo de egocentrismo y rivalidad”, ya que “nos impulsa a la comunión universal”. Para reforzar el valor de sus palabras, el Papa puso como ejemplo práctico, la imagen de una alfombra, un elemento muy familiar en esta región del mundo:
En este sentido, el Santo Padre señaló que pastores y fieles, sacerdotes, religiosos y catequistas comparten, “si bien de diversas maneras”, la responsabilidad de llevar adelante la misión de la Iglesia.
Desatar los nudos del tejido de la fraternidad
En cuanto a las incomprensiones y las tensiones que a veces pueden surgir en la convivencia pastoral; el Papa afirmó que estos son los nudos que dificultan el tejido de la fraternidad: “Son nudos que llevamos dentro de nosotros; pero estos nudos pueden ser desatados por la Gracia, por un amor más grande; se pueden soltar por el perdón y el diálogo fraterno, fortaleciéndose mutuamente en los momentos de prueba y dificultad”.
Por otra parte, el Obispo de Roma dirigió unas palabras especiales a sus “hermanos obispos”:
El Papa, también animó a los sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y seminaristas que se preparan a su futuro ministerio, a renovar siempre el «Aquí estoy» con el que cada uno ha respondido a la llamada de Dios, como lo hizo en su momento el joven Samuel (1 S 3,4).
Guerra y religión no son compatibles
Conmemorando nuevamente a los hermanos y hermanas que murieron en el atentado terrorista en esta Catedral hace diez años y cuya beatificación está en proceso, Francisco señaló que su muerte “nos recuerda con fuerza que la incitación a la guerra, las actitudes de odio, la violencia y el derramamiento de sangre son incompatibles con las enseñanzas religiosas”.
Igualmente, el Pontífice no quiso olvidar a todas las víctimas de la violencia y las persecuciones, pertenecientes a cualquier comunidad religiosa:
“Mañana, en Ur, encontraré a los líderes de las tradiciones religiosas presentes en este país, para proclamar una vez más nuestra convicción de que la religión debe servir a la causa de la paz y de la unidad entre todos los hijos de Dios”, aseveró.
Jóvenes y ancianos: punta del diamante de Iraq
Antes de concluir, Francisco agradeció a todos por su compromiso de “ser constructores de paz”, en el seno de sus comunidades y con los creyentes de otras tradiciones religiosas, “esparciendo semillas de reconciliación y de convivencia fraterna que pueden llevar a un renacer de la esperanza para todos”.
Y al respecto, el Papa quiso destacar el inmenso valor que aportan los jóvenes y los ancianos en toda sociedad:
Firma del Papa en el Libro de Honor
Tras finalizar su discurso, el Santo Padre firmó el Libro de Honor de la Catedral sirio-católica de Bagdad, con fecha del 5 de marzo de 2021 y el siguiente mensaje:
“Penitente y peregrino de la fe y de la paz en Iraq pido que, por intercesión de la Virgen María, Dios conceda a este pueblo la fuerza para reconstruir el país unidos en la fraternidad”.