COVID: Sobre las vacunas, hay competencia, pero es necesario el “acceso universal”

La Academia Pontificia para la Vida reafirma, por medio de una nota, la invitación a superar el “nacionalismo vacunal”. La vacunación es “un bien común para todos”, hay que evitar los retrasos sobre todo en los países pobres y es urgente que los gobiernos y los organismos supranacionales se pongan de acuerdo para promover una distribución inspirada en la solidaridad.

Gabriella Ceraso y Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano

Evitar una carrera por la vacuna, promover una sinergia entre los Estados para la distribución de las dosis, y no dejar fuera a los países más pobres y, por tanto, a las personas más vulnerables. Se trata de importantes peticiones realizadas por la Pontificia Academia para la Vida que, por medio de una nota, reflexiona sobre los “gravísimos problemas que están surgiendo” en la producción y distribución de la vacuna del Covid19. Es necesario -dice el texto- identificar urgentemente “sistemas adecuados de transparencia y colaboración” ya que “hay demasiado antagonismo y competencia y el riesgo de fuertes injusticias”.

El más frágil en primer lugar

Citando el Mensaje de Navidad Urbi et Orbi, se recuerda la petición del Papa de pedir a todos los “jefes de Estado, empresas, organismos internacionales” que promuevan la cooperación y no la competencia, pidiendo “vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados en todas las regiones del Planeta”.

 

En primer lugar -dijo Francisco- los más vulnerables y necesitados”. Palabras, subraya la Academia para la Vida, que “requieren una escucha responsable por parte de todos”.

Un bien común

Asimismo, otra referencia que hace la Academia es el documento firmado junto con el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, publicado el 29 de diciembre de 2020, en el que se afirma que la vacuna es un bien común y se llama a superar el “nacionalismo vacunal”, o el “intento de los distintos Estados de tener su propia vacuna más rápidamente, pero procurando primero la cantidad necesaria para sus propios habitantes”. Una carrera que crea inevitables desigualdades.

Acceso a todos

“Acuerdos internacionales para gestionar las patentes de forma que se favorezca el acceso al producto para todos y se eviten posibles cortocircuitos comerciales, también para mantener el precio bajo en el futuro”, es la invitación de la Academia Pontificia. El espíritu que se debe promover en la producción industrial de la vacuna debe ser el de la colaboración “entre los estados, las empresas farmacéuticas y otras organizaciones”, para dar la posibilidad de producirla en diferentes zonas del mundo.

“Es una oportunidad extraordinaria para un nuevo futuro más solidario”, se lee en la nota.

Un principio de subsidiariedad

Se debería repetir lo que ya se ha hecho en la realización de la vacuna, con la investigación que ha puesto en marcha todo su empeño.

 

“Con el mismo espíritu”, se lee en la nota, “debería iniciarse una sinergia positiva potenciando las instalaciones de producción y distribución disponibles en las diferentes zonas donde se administrarán las vacunas, basándose en el principio de subsidiariedad”.

No a los retrasos

“Hay que evitar, por tanto”, subraya la Academia Pontificia, “que algunos países reciban la vacuna muy tarde debido a la reducción de la disponibilidad por la compra previa de grandes cantidades por parte de los países más ricos”. Es importante no dejar atrás a los países más pobres, al tiempo que es necesario desarrollar una serie de herramientas “para alcanzar los objetivos acordados en materia de accesibilidad universal”.

De ahí el urgente y enérgico llamamiento “a los gobiernos nacionales y a las organizaciones de la Unión Europea y de la OMS para que tomen medidas en este sentido”. Una forma de concretar las palabras del Papa y así ser “todos, hermanos y hermanas”.

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