El Papa al Colegio Etíope: custodiar la tradición eclesial con impulso misionero

En su discurso a la Comunidad del Pontificio Colegio Etíope el Papa recordó con tristeza a los muchos que dejaron sus patrias impulsados por la esperanza, yendo al encuentro de tragedias por tierra y por mar. Agradeció el compromiso de todos en la acogida, asegurando que aún se puede hacer mucho y mejor y expresó su esperanza para que se garantice en Etiopía y Eritrea a la Iglesia católica la libertad de servir al bien común.

Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano

El Papa Francisco recibió en el sábado 11 de enero a la comunidad del Pontificio Colegio Etíope en el Vaticano, la comunidad estudiantil con los superiores, sacerdotes y  religiosas, y también obispos venidos de Etiopia y Eritrea, entre los cuales los dos metropolitanos. Estuvieron presentes también los hermanos capuchinos con el Ministro general, una representación del Pontificio Instituto oriental y la Congregación para las Iglesias Orientales con el Cardenal Sandri a la cabeza. A todos el Pontífice dispensó su calurosa acogida, palabra que recordó en primer lugar también en su discurso, al recordar la presencia etíope dentro el Vaticano: “en la tumba del Apóstol Pedro los hijos de pueblos geográficamente distantes de Roma, pero tan cercanos a la fe de los Apóstoles en la profesión de Jesucristo Salvador, han encontrado hogar y hospitalidad a lo largo de los siglos”, dijo.

Sean constructores de paz y de buenas relaciones

Hablando a los sacerdotes estudiantes que provienen de Etiopía y Eritrea, el Papa destacó la riqueza que ellos traen a Roma, como la convivencia entre personas pertenecientes a las religiones judía e islámica, y con los hermanos de la Iglesia ortodoxa. También recordó a los muchos hermanos y hermanas de estos países del cuerno de África cuyas vidas están marcadas por la pobreza, y que estuvieron también, hasta hace pocos meses, marcadas por la guerra. “Siempre rezo para que los años de dolor experimentados en ambos lados sean atesorados, y que no caigamos más en divisiones entre grupos étnicos y entre países con raíces comunes”, expresó, alentando a los sacerdotes a ser constructores de paz.

Todavía se puede hacer mucho y mejor por los migrantes

Deteniéndose aún en las vidas de los hermanos nuestros de estos dos países, el Papa recordó con tristeza a los muchos que dejaron sus patrias impulsados por la esperanza, yendo al encuentro de tragedias por tierra y por mar, y agradeció a los presentes la acogida que dieron a los migrantes, y el compromiso de algunos de seguirlos pastoralmente en Europa y en otros continentes: “todavía se puede hacer mucho y mejor, tanto en la patria como en el extranjero, aprovechando los años de estudio y permanencia en Roma, en un servicio humilde y generoso, siempre sobre la base de la unión con el Señor, a quien hemos donado toda nuestra existencia”, les alentó.

Se garantice a la Iglesia católica la libertad de servir al bien común

El Pontífice también animó a todos a custodiar la preciosa tradición eclesial, “siempre unida al impulso misionero”. Y puso de manifiesto su esperanza de que “se garantice a la Iglesia católica en sus naciones la libertad de servir al bien común, tanto permitiendo que sus estudiantes completen sus estudios en Roma o en cualquier otro lugar, como salvaguardando las instituciones educativas, sanitarias y asistenciales, en la certeza de que tanto los pastores como los fieles desean contribuir al bien y a la prosperidad de sus naciones”.

Finalmente les pidió amar mucho a la Santa Madre de Dios, María Santísima: “ustedes, de hecho, se definen Resta Maryam, “feudo, propiedad de María”, y en la memoria litúrgica mensual de Kidana Mehrat, “Pacto de misericordia”, saben que pueden confiar a su intercesión toda oración, toda súplica. Les pido, en ese recuerdo, que tengan siempre una oración por mí y por mis intenciones”, concluyó, y les impartió su bendición apostólica, extensiva a sus familias, eparquías y pueblos.

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