El franciscano ganador del premio global de maestros 2019 visitó Buenos Aires

“8 kilómetros a pie, sin zapatos para asistir a clases”, con estas palabras Peter Tabichi, franciscano keniano ganador del Global Teacher Prize 2019, inició el relato de su vida ante los participantes del encuentro organizado por el Arzobispado de Buenos Aires.

Sofía Lobos – Ciudad del Vaticano

“Es un honor estar en Argentina. Agradezco poder compartir mi historia con ustedes y también mi deseo de aprender de ustedes”, dijo Peter Tabichi, religioso franciscano de Kenia ganador del Global Teacher Prize 2019, durante su reciente visita a la capital Argentina como parte de una iniciativa organizada por el Arzobispado de Buenos Aires.

En su discursorecordó que este premio no es para él sino para todos los docentes y su vocación: “Tenemos que reconocerlos y valorar todo lo que brindan; darle prioridad a la educación enfatizando la importancia de las estrategias de enseñanza”.

8 kilómetros descalzo para ir a la escuela

Profundizando sobre su historia de vida, Tabichi explicó que es docente de Matemáticas y Física en el colegio secundario Keriko de Kenia, África: “vengo de una familia humilde. Mi padre también es docente. Hemos atravesado muchos desafíos. El primero fue caminar 8 kilómetros para asistir a clases, sin zapatos, y a pesar de esto, pude tener una buena educación e ir a la universidad. Al inicio trabajé en una escuela privada que tenía todos los recursos que me permitían realizar mi tarea: computadoras, libros, materiales didácticos… pero me inquietaba el hecho de que la mayoría de mi país no tenía los mismos recursos”, afirmó añadiendo que por ello decidió trabajar en su actual escuela, Keriko, que se encuentra en una zona semiárida, donde los alumnos provienen de familias pobres, que pasan todo tipo de necesidades.

Creatividad para responder a los desafíos educativos

“Puedo tener entre 60 y 80 alumnos en cada aula. Tenemos muchos estudiantes y una cantidad de docentes insuficiente. Por eso, en Keriko, los maestros desarrollamos diversas y variadas tareas. Hay que ser creativos para responder a todos estos desafíos y ayudar a nuestros alumnos que llegan, desanimados y emocionalmente molestos”, argumentó el maestro en la charla, indicando que lo primero que hacen es darles de comer, “combatir el hambre”, y para ello los alimentan con una comida a base de porotos como ingrediente principal.

Alimentación y asistencia emocional para los alumnos

Además, el ganador del Global Teacher Prize hizo hincapié en que sus estudiantes pertenecen a un contexto familiar complejo: generalmente las familias viven en un solo cuarto donde duermen, hacen sus trabajos, cocinan… “a pesar de este entorno de escasez, en el colegio los alumnos son felices”, asegura el maestro keniano resaltando que también trabajan con un programa para asistirlos a nivel emocional ya que a menudo estos llegan con problemas y estresados.

“ Vengo de una familia humilde. Mi padre también es docente. Hemos atravesado muchos desafíos. El primero fue caminar 8 kilómetros para asistir a clases, sin zapatos, y a pesar de esto, pude tener una buena educación e ir a la universidad ”

Y hablando de estrés, Tabichi explicó que este es un tema que también afecta a los docentes de su escuela ya que son solo 7 maestros para 700 alumnos: “enseñamos, planificamos, corregimos, preparamos las actividades y todo ello con el deseo de transformar la sociedad”.

Luchar por el acceso de las mujeres a la educación

Otra de las transformaciones a las que hizo referencia el maestro galardonado es la importancia de que se continúe luchando para que la mujer pueda acceder libremente a la educación en igualdad de condiciones que los hombres, ya que lamentablemente en muchas culturas todavía se sigue pensando que la escuela es reservada para el hombre, mientras que el papel de la mujer queda relegado a casarse, dedicarse a las tareas del hogar y tener hijos.

“ En Keriko, los maestros desarrollamos diversas y variadas tareas. Hay que ser creativos para responder a todos estos desafíos y ayudar a nuestros alumnos que llegan, desanimados y emocionalmente molestos ”

“Trabajamos mucho en este punto con el fin de romper estas barreras culturales. Lo que puede hacer un varón también lo puede hacer una mujer. Los varones no tienen una mente diferente a la de las mujeres: tienen las mismas potencialidades y competencias. Por ello, si se empodera a la mujer, se empodera a la sociedad. Incentivamos a las familias a que dejen ir a las niñas a la escuela y animamos especialmente a ellas para que no piensen que la educación es sólo para los varones”, afirma el religioso.

Trabajar con pasión y compromiso

“La mejor educación que uno puede dar a un niño está basada en su confianza. Así lograremos sociedades resilientes, productivas y creativas”, concluye el maestro Tabichi, señalando que como docentes “debemos colaborar con otras personas, desarrollar las habilidades psico-socio-afectivas de los alumnos, ser humildes, resilientes, generosos, trabajar con pasión y compromiso, hacer más y hablar menos, tomar la iniciativa sin esperar ser directores.”

“ Los varones no tienen una mente diferente a la de las mujeres: tienen las mismas potencialidades y competencias. Si se empodera a la mujer, se empodera a la sociedad ”

En este enriquecedor encuentro de intercambio cultural y fraternal, participaron también el cardenal argentino Mario Aurelio Poli, Arzobispo de Buenos Aires, el padre Pablo Corbillón, delegado episcopal para la Vicaría Pastoral de Educación del Arzobispado de la capital, monseñor Gustavo Carrara, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario para las Villas y barrios populares; así como directivos de la Vicaría Pastoral de Educación Alejandro Ceresa, Juan José González, Federico Merlini, junto a directivos de diversas instituciones educativas de la ciudad y alumnos de 5º año del colegio Las Nieves.

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