El Papa a Stella Maris: “Misioneros de la misericordia, afrontar la codicia humana”

El Papa concedió a “todos los capellanes de Stella Maris las mismas licencias que ha dado a los misioneros de la misericordia”. Discurso del Santo Padre a participantes en el Encuentro para Capellanes y Voluntarios del Apostolado del Mar “Stella Maris”.

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

“Su servicio a los marineros y pescadores es sobre todo escucharlos, escuchar sus preocupaciones materiales y espirituales. La escucha nos ayuda a identificar el gesto y la palabra adecuada que nos mueve de la quietud del espectador”, lo dijo el Papa Francisco a los participantes en el Encuentro para Capellanes y Voluntarios del Apostolado del Mar “Stella Maris”, a quienes recibió en audiencia, este jueves 27 de junio, en la Sala Clementina del Vaticano.

Stella Maris, activo en más de 300 puertos de todo el mundo

En su discurso, el Papa Francisco resaltó la labor pastoral que realizan los capellanes y voluntarios que trabajan en los puertos europeos al servicio de los marinos y pescadores, que con su duro trabajo nos traen los productos que necesitamos cada día. “El apostolado de Stella Maris – precisó el Pontífice – está activo en más de 300 puertos de todo el mundo, ofreciendo asistencia espiritual y material a tantos marinos, pescadores y sus familias en todo el mundo”.

El valioso trabajo de los marinos y pescadores

Asimismo, el Santo Padre recordó que, más del noventa por ciento del comercio mundial transportado por barcos de todo tipo, la dependencia de nuestra sociedad de la industria naval es incuestionable. “Sin los marinos – precisó el Pontífice – la economía mundial se detendría; y sin los pescadores muchas partes del mundo sufrirían hambre. Quisiera transmitir mi estima y aliento a la gente de mar y a los pescadores que ustedes encuentran, muchos de los cuales trabajan, durante largos períodos, a miles de kilómetros de su país y de sus familias”. La vida como marino o pescador está marcada no sólo por el aislamiento y la distancia. A veces también está herida por experiencias vergonzosas de abuso e injusticia; por las trampas de los traficantes de personas; por el chantaje del trabajo forzado. Otras veces no reciben su salario o son abandonados en puertos lejanos.

La misión de los Capellanes y Voluntarios

“Como capellanes y voluntarios de Stella Maris – alentó el Papa Francisco – se les ha confiado la misión de estar presentes para llevar la Buena Nueva del Señor, en el compuesto mundo marítimo y multiforme. Sus visitas diarias a los barcos le permiten conocer a la gente del mar en su realidad concreta, a veces serena, a veces inquieta, a veces angustiosa. Entonces, con compasión y discreción, denles la oportunidad de abrir sus corazones, y esto es lo primero, algo muy valioso, especialmente para las personas que tienen muy pocas oportunidades de hacerlo”. Asimismo, el Santo Padre citando la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, dijo que “su servicio a los marineros y pescadores es sobre todo escucharlos, escuchar sus preocupaciones materiales y espirituales. La escucha nos ayuda a identificar el gesto y la palabra adecuada que nos alejan de la quietud del espectador”.

Escuchar para afrontar la “codicia humana”

Por ello, el Santo Padre pidió a los capellanes y voluntarios escuchar, para luego actuar. “Los animo a usted y a todos los capellanes y voluntarios de Stella Maris – alentó el Pontífice – a redoblar sus esfuerzos para abordar cuestiones que con demasiada frecuencia son el resultado de la codicia humana. Pienso en la trata de seres humanos, el trabajo forzado y las violaciones de los derechos humanos y laborales de tantos hombres y mujeres que viven y trabajan en los mares. A través de su servicio usted puede ayudar a restaurar el sentido de dignidad de estas personas”.

Llevar esperanza a los más vulnerables

Al mismo tiempo, el Papa Francisco exhortó a los capellanes y voluntarios del mar a llevar esperanza a los más vulnerables de la sociedad. “Vuestra presencia en los puertos, pequeños y grandes, debería ser en sí misma un recordatorio de la paternidad de Dios y del hecho de que ante Él todos somos hijos y hermanos; un recordatorio del valor primario de la persona humana ante todo y sobre todo de sus intereses; y un estímulo para que todos, empezando por los más pobres, se comprometan con la justicia y el respeto de los derechos fundamentales”. Recordemos, señaló el Pontífice que, los hombres renovados por el amor de Dios son capaces de cambiar las reglas y la calidad de las relaciones y también las estructuras sociales: son personas capaces de llevar la paz donde hay conflictos, de construir y cultivar relaciones fraternas donde hay odio, de buscar la justicia donde domina la explotación del hombre sobre el hombre.

El centenario de Stella Maris y el 25º Congreso Mundial

Antes de concluir su discurso, el Santo Padre los exhortó a continuar con dedicación y perseverancia en su apostolado, siguiendo los buenos ejemplos de tantos que los han precedido. “De hecho – puntualizó el Papa – están a punto de celebrar el próximo año el Centenario de Stella Maris, con el 25º Congreso Mundial en Glasgow, Escocia, donde esta misión de la Iglesia nació en los corazones y en las acciones de algunos laicos. El Centenario será una oportunidad para recordar, discernir el presente y trazar el futuro. El Papa Pío XI quiso que el apostolado de Stella Maris extendiera su misión a los océanos y costas de todos los continentes. Que el Espíritu Santo, por intercesión de María Estrella del Mar, renueve este servicio pastoral según las necesidades de nuestro tiempo”.

Capellanes misioneros de la misericordia

Finalmente, el Papa Francisco se dirigió espontáneamente a los capellanes del apostolado del mar y les pidió que sean misericordiosos con todas las personas que encuentren para dar la paz del corazón. “Muchos marineros, que se acercan o se acercaran a los capellanes, sacerdotes, con problemas de conciencia, que los hacen sufrir tanto, y que nunca han tenido la oportunidad de echar, en estas circunstancias, fuera de casa, lejos de la patria, y en estas situaciones que hemos descrito, quizás un diálogo con el capellán abre horizontes de esperanza. Quisiera decirles: sean misericordiosos, sean misericordiosos. Y para ayudar a esta misericordia, concedo a todos los capellanes de los marineros las mismas licencias que he dado a los misioneros de la misericordia. Así podrán ayudar dar la paz en muchos corazones”.

Entradas relacionadas