El Papa: el alimento no es propiedad privada, pensar en los niños hambrientos

Los padres y madres que van a dormir con el tormento de no tener pan suficiente para sus hijos al día siguiente, los niños que pasan hambre en los países en guerra, y en aquellos donde no hay pan: el Papa oró con los fieles en la audiencia general para que todos tengan el pan de cada día
 

Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano

“El alimento no es propiedad privada – metámonos esto en la cabeza – el alimento no es propiedad privada, sino providencia para ser compartida, con la gracia de Dios”: en la catequesis del miércoles 27 de marzo el Papa Francisco dio inicio a sus reflexiones en torno a la segunda parte de la oración del Padrenuestro, aquella en la que presentamos a Dios nuestras necesidades. Y la primera de ellas, es el pan.

Pan significa todo lo necesario para la vida

«La primera es la del pan, que significa lo necesario para la vida: alimento, agua, casa, medicinas, trabajo. Es una súplica que surge de la misma existencia humana, con sus problemas concretos y cotidianos, que pone en evidencia lo que a veces olvidamos: que no somos autosuficientes, sino que dependemos de la bondad de Dios». 

Necesitamos nutrirnos todos los días

El Pontífice señaló que este “pedido urgente” que hacemos a Dios Padre, “muy parecido al de un mendigo”, proviene de una evidencia que a menudo olvidamos, a saber, “que no somos criaturas autosuficientes, y que necesitamos nutrirnos todos los días”.

«Los Evangelios nos muestran que para mucha gente el encuentro con Jesús se da, precisamente, a través de una súplica, de una necesidad: desde la más elemental, la del pan, hasta otras no menos importantes, como la liberación y la salvación». 

El pedido parte de la realidad, no es ejercicio para ascetas

«En la invocación: “Danos hoy nuestro pan de cada día”, Jesús nos enseña a pedir al Padre el pan cotidiano, unidos a tantos hombres y mujeres, para quienes esta oración es un grito doloroso que acompaña el ansia de cada día, porque se carece de lo necesario para vivir».

“¡Cuántas madres y padres, aún hoy,  van a dormir con el tormento de no tener suficiente pan para sus hijos al día siguiente!”, exclamó el Papa; e invitó a imaginar esta oración recitada “no en la seguridad de un apartamento cómodo, sino en la precariedad de una habitación en la que uno se adapta, donde falta lo necesario para vivir”.

En este contexto, “las palabras de Jesús asumen una nueva fuerza”, dijo, porque la oración “no es un ejercicio para ascetas”, sino que “parte de la realidad, del corazón y de la carne de las personas que viven en necesidad, o que comparten la condición de quien no tiene lo necesario para vivir”.

El pan no es “mío”, es “nuestro”

«Por eso Jesús nos invita a suplicar “nuestro” pan, sin egoísmos, en fraternidad. Porque si no lo rezamos de esta manera, el Padrenuestro deja de ser una oración cristiana. Si decimos que Dios es nuestro Padre, estamos llamados a presentarnos ante Él como hermanos, unidos en solidaridad y dispuestos a compartir el pan con los demás; en definitiva, a sentir en “mi hambre” también el hambre de muchos que hoy en día carecen aún de lo necesario». 

En mi hambre siento el hambre de las multitudes

Hablando en italiano el Papa Francisco llamó a estar bien atentos al pedido que hacemos a Dios: “el pan que el cristiano pide en la oración no es ‘mi pan’ es ‘nuestro pan’. Así es como Jesús lo quiere”,  aseveró. Él “nos enseña a pedirlo no sólo para nosotros mismos, sino para la entera fraternidad del mundo”. Esto porque “en mi hambre siento el hambre de las multitudes”. Como aquel de los niños hambrientos en los países en guerra, en los países donde “no hay pan”, en quienes el Romano Pontífice nos hace detenernos a pensar:

«Pensemos en los niños que están en países en guerra: los niños hambrientos de Yemen, los niños hambrientos en Siria, los niños hambrientos en muchos países donde no hay pan, en Sudán del Sur… Pensemos en estos niños y pensando en ellos digamos juntos, en voz alta, la oración: Padre, danos hoy nuestro pan de cada día».

Alimento no es propiedad privada

Hablando del milagro de la multiplicación del pan realizado por Jesús, el Papa señaló que el Maestro multiplicó “el gesto de generosidad” del muchacho que estaba dispuesto a compartir su provisión, los cinco panes y dos peces. El muchacho, dijo, “había comprendido la lección del Padrenuestro: que el alimento no es propiedad privada – metámonos esto en la cabeza: el alimento no es propiedad privada – sino providencia para ser compartida, con la gracia de Dios”. “El verdadero milagro realizado por Jesús ese día no fue tanto la multiplicación – que es verdad – sino el compartir: den aquello que tienen y yo haré el milagro”, aseguró.  

Al saludar a los peregrinos de lengua española, les animó a pedirle al Señor “que no nos haga faltar nuestro pan cotidiano, y nos ayude a comprender que este no es una propiedad privada sino, ayudados por su gracia, es providencia para compartir y oportunidad para salir al encuentro de los demás, especialmente de los pobres y necesitados”.

En gesto del Papa, la gratitud a los misioneros del mundo

Mientras que al final de la Audiencia, entregó un homenaje a la hermana María Concetta Esu, de 85 años, italiana misionera en África, a quien conociera durante su visita a Bangui:

“Con este gesto dedicado a ti – le dijo – quiero expresar mi gratitud también a todos los misioneros, sacerdotes, religiosos y laicos, que siembran la semilla del Reino de Dios en todas partes del mundo”.

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