Papa a médicos católicos: curen a las personas elevándolas como hacía Jesús

El Santo Padre recibió a la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos: una organización formada por 50 entes repartidos por todo el mundo a quienes exhortó a seguir la escuela de Jesús, quien cura “siendo médico y hermano de los que sufren”.

Sofía Lobos – Ciudad del Vaticano

El sábado 22 de junio a las 12 del mediodía, el Papa Francisco recibió en la sala Regia del Vaticano a la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos, cuyos miembros han venido a Roma para consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús: una ceremonia que tuvo lugar el viernes 21.

Cuidado de los enfermos: misión de Cristo

Tras agradecer las palabras introductorias del cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Santo Padre les dirigió un discurso en el que destacó cómo las primeras comunidades cristianas presentaban a menudo al Señor Jesús como un “médico”, subrayando la atención constante y compasiva que Él prestaba a los que sufrían todo tipo de enfermedades.

“Su misión era, en primer lugar, estar cerca de las personas enfermas o discapacitadas, especialmente de aquellas que por ello eran despreciadas y marginadas. De esta manera Jesús rompe el juicio de condenación que a menudo tildaba al enfermo de pecador; con esta cercanía compasiva, manifiesta el amor infinito de Dios Padre por sus hijos más necesitados”, dijo Francisco argumentando que el cuidado de los enfermos, es una de las dimensiones constitutivas de la misión de Cristo; y por eso también lo es en la de la Iglesia.

Otro de los puntos fundamentales que indicó el Papa es la importancia del modo en el que se cura a las personas y para ello es importante “seguir la escuela de Jesús”.

Sanar significa iniciar un viaje

Para Jesús, sanar significa acercarse a la persona, aunque a veces haya quien quiera impedirlo, como en el caso del ciego Bartimeo, en Jericó.

“Jesús lo llamó y le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? (Mc 10,51). Para Él, curar significa entrar en diálogo para hacer surgir el deseo del ser humano y el dulce poder del Amor de Dios, trabajando en su Hijo, porque sanar- afirmó el Pontífice- significa iniciar un viaje: un viaje de alivio, de consuelo, de reconciliación y de sanación”.

Y en relación a este modo especial de Jesús de “curar a las personas” a través del amor sincero sin olvidar que el ser humano es unidad de espíritu, de alma y de cuerpo; Francisco hizo hincapié en que el cuidado del Hijo de Dios coincide con la “elevación de la persona” y el envío de aquel que se ha acercado y se ha curado, ya que -aseveró el Santo Padre- “hay muchos enfermos que, después de haber sido sanados por Cristo, se convierten en sus discípulos y seguidores”.

Escuela de Jesús: médico y hermano de los que sufren

En este contexto, el Papa señala que Jesús se acerca, cuida, sana, reconcilia, llama y envía: “como podemos ver, acercarse a las personas oprimidas por la enfermedad y la dolencia es para Él una relación personal y rica, no mecánica y distante”.

Y es en esta escuela de Jesús, “el médico y hermano de los que sufren”, donde son llamados los médicos que creen en Él, miembros de su Iglesia.

“Ustedes son llamados a estar cerca de los que pasan por momentos de prueba a causa de su enfermedad”, dijo Francisco recordando que no se puede curar ni ser curado sin esperanza: “en este sentido todos estamos necesitados y damos gracias a Dios que nos da esperanza, pero también estamos agradecidos a quienes trabajan en la investigación médica, la cual ha logrado grandísimos avances en los últimos cien años”.

La importancia de la cercanía ante el dolor

Finalmente, el Santo Padre destacó la importancia de que el médico sea cercano con sus pacientes:

“Vuestra misión es al mismo tiempo un testimonio de humanidad, una forma privilegiada de hacer ver, de hacer sentir que Dios, nuestro Padre, cuida de cada persona, sin distinción. Por esta razón Él también quiere usar nuestro conocimiento, nuestras manos y nuestro corazón para sanar y sanar a cada ser humano, porque quiere dar vida y amor a cada uno de nosotros”, concluyó Francisco alentándolos a continuar con su vocación confiando en que el Espíritu les dará el don del discernimiento para tratar las situaciones delicadas y complejas, “y para expresar las palabras correctas de la manera correcta y el silencio justo en el momento justo”.

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