Vivir con alegría. Lo dijo Francisco en la JMJ de Río

Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano

Algunas de sus frases que quedaron en los corazones de los jóvenes del mundo:

Visita al Santuario de la Virgen de Aparecida

Durante la misa en el Santuario de la Virgen de Aparecida, el Santo Padre invitó a mantener la esperanza ante las dificultades «en la vida de cada uno, en nuestra gente, en nuestras comunidades» sabiendo que «por grandes que parezcan, Dios no deja que nos hundamos».

Que tengan también la actitud de dejarse sorprender por Dios. Quien es hombre, mujer de esperanza —la gran esperanza que nos da la fe— sabe que Dios actúa y nos sorprende también en medio de las dificultades.

Y la tercera actitud: vivir con alegría. Porque como les dijo el Papa si caminan en la esperanza, dejándose sorprender por el vino nuevo que nos ofrece Jesús, ya hay alegría en nuestro corazón y no podemos dejar de ser testigos de esta alegría. El cristiano es alegre, nunca triste. Dios nos acompaña, dijo el Papa.Tenemos una Madre que intercede siempre por la vida de sus hijos, por nosotros, como la reina Esther en la Primera Lectura (cf. Est 5,3).

Visita al hospital de San Francisco de Asís

El Papa denunció a los «mercaderes de muerte», gente sin escrúpulos que sigue «la lógica del poder y del dinero a toda costa». En su opinión, «la plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad». No basta la mera represión, ni hay que capitular mediante la liberalización.

Según el Papa, «no es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química». Lo fundamental es «afrontar los problemas que están en la base del uso de drogas, promoviendo mayor justicia, educando a los jóvenes, ayudando al necesitado…». Y, por supuesto, echando una mano «al que ha caído en el abismo de la dependencia, tal vez sin saber cómo».

Vía Crucis en Copacabana

El Papa les dijo que «Jesús, con su Cruz, recorre nuestras calles para cargar con nuestros miedos, nuestros problemas y nuestros sufrimientos». Jesús «se une a las víctimas de la violencia», a las madres «que lloran la pérdida de sus hijos o que sufren al verlos víctimas de paraísos artificiales como la droga».

Jesús se une también «a todas las personas que sufren hambre en un mundo que tira cada día toneladas de alimentos», y «a quien es perseguido por su religión, por sus ideas o, simplemente, por el color de su piel». Pasando al dolor moral, el Papa mencionó el mal comportamiento que aflora a veces entre las autoridades civiles o los eclesiásticos.

«Jesús se une —dijo— a tantos jóvenes que han perdido la confianza en las instituciones políticas porque ven egoísmo y corrupción. O que han perdido la fe en la Iglesia o incluso en Dios por la incoherencia de los cristianos o de los ministros del Evangelio».

Misa en la catedral metropolitana

En la misa con los obispos y sacerdotes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa reconoció que «muchos jóvenes podrían sentirse un poco asustados ante esta invitación, pensando que ser misionero significa necesariamente abandonar el país, la familia y los amigos». Pero su propio caso enseña que no es así pues «mi sueño, de joven, era ir de misionero al lejano Japón. Pero Dios me mostró que mi tierra de misión estaba mucho más cerca: mi patria».

El Santo Padre urgió a los trescientos obispos y millares de sacerdotes y religiosas a «ayudar a los jóvenes a darse cuenta de que ser discípulos misioneros es una consecuencia de ser bautizados: es parte esencial de ser cristiano, y que el primer lugar donde se ha de evangelizar es la propia casa, el ambiente de estudio o de trabajo, la familia y los amigos».

Misa de clausura

Querido joven, querida joven: “Poné a Cristo” en tu vida. En estos días, Él te espera: Escúchalo con atención y su presencia entusiasmará tu corazón. “Poné a Cristo”: Él te acoge en el Sacramento del perdón, con su misericordia cura todas las heridas del pecado. No le tengas miedo a pedirle perdón, porque Él en su tanto amor nunca se cansa de perdonarnos, como un padre que nos ama. ¡Dios es pura misericordia! “Poné a Cristo”: Él te espera también en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y Él te espera también en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje del amor, de la bondad, del servicio. También vos, querido joven, querida joven, podés ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo. Déjate buscar por Jesús, déjate amar por Jesús, es un amigo que no defrauda.

Una homilía misionera, porque la experiencia de este encuentro no puede quedar encerrada en su vida o en el pequeño grupo de la parroquia, el movimiento o de su comunidad. Tienen que abrirse, pues “la fe es una llama que se hace más viva cuanto más se comparte”.

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