6/21/2018
Como la mayorÃa de los estadounidenses, me sentà aliviado al recibir la noticia de que la polÃtica de separar a las familias cuando llegan a nuestra frontera sur, terminarÃa. Es bueno saber que este excesivamente y severo castigo contra aquellos que llegan a nuestra frontera para preservar sus vidas y las vidas de sus hijos, cesará.
Aun asÃ, encarcelar a las familias en los campos para prisioneros, es una opción inaceptable, la cual causará daños irreparables a los niños. También debemos recordar que la separación familiar ocurre cada vez que una familia se ve desgarrada por la deportación, ya sea aquà en la frontera, o en otras partes del paÃs.
Se necesitará vigilancia para garantizar que la dignidad y los derechos humanos de los solicitantes de asilo y los migrantes, siempre sean respetados, incluso en el proceso de un examen cuidadoso de sus reclamos. Se ha encontrado que cuando los inmigrantes tienen representación legal, la gran mayorÃa coopera con el proceso legal. Esta representación debe verse como una parte necesaria de la respuesta de una nación justa y compasiva ante estos hermanos y hermanas tan necesitados.
Sigo muy preocupado debido a los informes de que los solicitantes de asilo y otros inmigrantes legales, pueden ser rechazados en los lugares de entrada oficiales en El Paso. Esta no es una respuesta aceptable y puede constituir una violación de la ley. Pido a los funcionarios de inmigración y a nuestros lÃderes electos que se aseguren de que nuestros puertos de entrada sigan siendo un faro de seguridad para quienes solicitan asilo.
La Iglesia siempre ha enseñado que las fronteras nacionales tienen un propósito útil y que el paso ordenado a través de las fronteras es un objetivo importante. Sin embargo, cuando las personas están huyendo por sus vidas, no tienen el lujo de esperar años en su paÃs de origen para que les llegue una visa. Las leyes de asilo fueron desarrolladas para responder a esta necesidad. Estas leyes también deben actualizarse para responder a las situaciones actuales de violencia y desesperación que están impulsando a las personas a abandonar sus hogares.
Al final del dÃa, seremos juzgados como individuos, como comunidad de El Paso y como nación, en la medida en que reconozcamos la presencia de Dios en los pobres y vulnerables, llamando a nuestra puerta en busca de seguridad y refugio. No nos permitamos que fallemos en esta prueba moral básica.
Excmo. ReverendÃsimo Mark J. Seitz, D.D.
Obispo de El Paso