Saber discernir entre las curiosidades buenas y las malas, y abrir el corazón al EspÃritu Santo que da la certidumbre. Son las dos exhortaciones que el Papa Francisco dirigió esta mañana inspirándose en el Evangelio propuesto por la liturgia del dÃa, tomado de Juan (14, 21-26). En efecto, el evangelista presenta un diálogo entre Jesús y sus discÃpulos que el PontÃfice definió como “el diálogo entre la curiosidad y la certezaâ€.
La curiosidad buena de “la edad del porqué”
El Obispo de Roma explicó la diferencia entre las curiosidades buenas y malas, teniendo en cuenta que “nuestra vida – dijo – está llena de curiosidadâ€. Y como ejemplo de curiosidades buenas aludió a los niños que se encuentran en la llamada “edad del porquéâ€. Es decir, cuando preguntan, porque creciendo se dan cuenta de las cosas que no comprenden y buscan una explicación. Esta es una curiosidad buena –  añadió el Papa –  porque sirve para desarrollarse y “tener más autonomÃaâ€, además de que también es una “curiosidad contemplativaâ€, porque “los niños ven, contemplan, no comprenden y preguntanâ€.
Atención al chismorreo y al mundo virtual
“El chismorreoâ€, en cambio –  explicó Francisco –  es una curiosidad no buena, “patrimonio de hombres y mujeresâ€, si bien hay quien sostiene que los hombres son “más chismosos que las mujeresâ€. La curiosidad mala consiste en querer “oler la vida de los demás†–  dijo el Papa –  o en “tratar de ir a los lugares que al final ensucian a otras personasâ€, o en el hacer comprender cosas de las que no se tiene el derecho de saber. Y este tipo de curiosidad mala –  añadió –  “nos acompaña durante toda la vida: es una tentación que tendremos siempreâ€:
“No asustarse, sino prestar atención: ‘Esto no lo pregunto, esto no lo miro, esto no lo quiero’. Y tantas curiosidades, por ejemplo, en el mundo virtual, con los teléfonos celulares y otras cosas… Los niños van allà y tienen la curiosidad de ver; y allà encuentran tantas cosas malas. No hay disciplina en esa curiosidad. Debemos ayudar a los jóvenes a vivir en este mundo, y para que las ganas de saber no sean ganas de ser curiosos, y terminen prisioneros de esta curiosidad.
La curiosidad de los Apóstoles
En cambio, las curiosidades de los Apóstoles en el Evangelio son buenas, puesto que ellos quieren saber lo que sucederá, y Jesús responde dando certezas, “jamás engañaâ€, prometiéndoles el EspÃritu Santo que – afirma – “les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dichoâ€.
“El EspÃritu Santo nos dará la certeza en la vida. No es que el EspÃritu Santo viene con un paquete de certezas y tú las tomas. No. En la medida en que nosotros vamos por la vida y preguntamos al EspÃritu Santo, abrimos el corazón y él nos da la certeza para aquel momento, la respuesta para aquel momento. El EspÃritu Santo es el compañero, el compañero de vida del cristianoâ€.
El EspÃritu Santo da la certeza
En efecto, el EspÃritu Santo “recuerda las palabras del Señor iluminándolas†y este diálogo con los Apóstoles, que “es un diálogo entre curiosidades humanas y certezaâ€, termina precisamente con esta referencia al EspÃritu Santo, “compañero de la memoriaâ€, que “conduce donde se encuentra la felicidad fija, esa que no se mueveâ€. De modo que Francisco exhortó a ir donde se encuentra la verdadera felicidad con el EspÃritu Santo, que nos ayuda a no equivocarnos:
“Pidamos al señor dos cosas hoy: primero que nos purifiquemos al aceptar las curiosidades – hay curiosidades buenas y no tan buenas – y saber discernir: no, esto no debo verlo, esto no debo verlo, esto no debo preguntarlo…. Y la segunda gracia: abrir el corazón al EspÃritu Santo, porque él es la certeza, nos da la certeza, como compañero de camino, de las cosas que Jesús nos ha enseñado, y nos recuerda todoâ€.