Estas tres cosas son el fundamento de la Iglesia. Con estas palabras el Papa Francisco comentó esta mañana en su homilÃa el Evangelio del dÃa, en el que Juan refiere las palabras del Señor tras haber lavado los pies a los discÃpulos.
El PontÃfice explicó que en la Última Cena Jesús se despide de sus discÃpulos con un razonamiento amplio y bello, tal como relata Juan, diciendo que “hace dos gestos que son institucionesâ€. Dos gestos para los discÃpulos y para la Iglesia que vendrá, “que son el fundamento, por decirlo de alguna manera, de su doctrinaâ€. El Señor “da de comer su cuerpo y de beber su sangreâ€, o sea que instituye la EucaristÃa, y procede al lavatorio de los pies. “De estos gestos nacen los dos mandamientos – prosiguió explicando Francisco – que harán que la Iglesia crezca si nosotros somos fielesâ€.
El primero es el mandamiento del amor: ya no sólo “amar al prójimo como a ti mismoâ€, sino un paso más: “Amar al prójimo como yo os he amadoâ€.
“Sin el amor, no crece, se transforma en una institución vacÃa, de apariencias, de gestos sin fecundidad. Ir a su cuerpo: Jesús nos dice cómo debemos amar, hasta el finalâ€.
Ãmense como yo los he amado. Y después el segundo nuevo mandamiento – aclaró el Santo Padre –  que nace del lavatorio de los pies es: “Servir unos a otrosâ€. Lávense los pies unos a otros, como yo les he lavado los pies a ustedes. Dos mandamientos nuevos y una advertencia: “Ustedes pueden servir, pero enviados por mÃ, mandados por mÃ. Ustedes no son más grandes que yoâ€. Jesús aclara en efecto que “un siervo no es más grande que su  patrón, ni que un enviado es más grande que quien lo ha mandadoâ€. Esta es la humildad sencilla y verdadera, y no “la falsa humildadâ€.
“Saber que Él es más grande que todos nosotros, y que nosotros somos siervos, y no podemos superar a Jesús, no podemos usar a Jesús. Él es el Señor, no nosotros. Éste es el testamento del Señor. Se da de comer y beber a sà mismo y nos dice: ámense asÃ. Lava los pies, y nos dice: sÃrvanse asÃ, pero estén atentos, un siervo jamás es más grande de quien lo envÃa, del patrón. Son palabras y gestos contundentes: es el fundamento de la Iglesia. Si nosotros vamos adelante con estas tres cosas, no nos equivocaremos jamásâ€.
Los mártires y los  tantos santos – prosiguió diciendo el Obispo de Roma –  fueron adelante asÃ: “Con la conciencia de ser siervosâ€. Y después Jesús añade una advertencia: “Yo conozco a los que he elegido†y dice: “Y sé que uno de ustedes me traicionaráâ€. Por esta razón el Papa concluyó aconsejando a todos, en un momento de silencio, que nos dejemos mirar por el Señor:
“Es dejar que la mirada de Jesús entre en mÃ. Sentiremos tantas cosas: sentiremos amor, quizás no sintamos nada… o estaremos bloqueados allÃ, sentiremos vergüenza. Pero dejar siempre que la mirada de Jesús llegue. La misma mirada con la que miraba en la cena, aquella noche, a los suyos. Señor tú conoces, tú sabes todoâ€.
Como Pedro en TiberÃades: “Tú conoces, tú sabes todo. Tú sabes que te amo, sabes lo que hay dentro de mi corazónâ€. Amor hasta el final – concluyó diciendo el Papa – y servicio, a la vez que añadió: “Y usemos una palabra un poco militar, pero que nos sirve: subordinación, es decir, Él es el más grande, yo soy el siervo, nadie puede superarloâ€.