Ante todo – dijo el Papa – hay que “edificare a la Iglesiaâ€. A lo que preguntó ¿cuál es el fundamento de la Iglesia? La respuesta, naturalmente, es Jesucristo recordó el Obispo de Roma.
Jesucristo es la piedra angular de la Iglesia
“Él es la piedra angular en este edificio. Sin Jesucristo no hay Iglesia. ¿Por qué? Porque no hay fundamento. Y si se construye una iglesia – pensemos en una iglesia material – sin fundamento, ¿qué sucede? Se derrumba. Se desploma todo. Si no está Jesucristo vivo en la Iglesia, la Iglesia se derrumbaâ€.
“Y nosotros, ¿qué somos?â€, se preguntó Francisco. “Somos piedras vivas†– dijo – no todas iguales, sino que cada una es diferente, porque “ésta es la riqueza de la Iglesia. Cada uno de nosotros – prosiguió diciendo el Santo Padre – construye según el don que Dios nos ha dado. No podemos pensar en una Iglesia uniforme: esto no es Iglesiaâ€.
De manera que hay que “custodiar a la Iglesiaâ€, teniendo conciencia – tal como recomendó el Papa –  del EspÃritu de Dios que habita en nosotros.
El EspÃritu Santo es la armonÃa
“¿Cuántos cristianos, hoy, saben quién es Jesucristo, saben quién es el Padre – porque rezan el Padrenuestro? Cuando tú hablas del EspÃritu Santo… “SÃ, sÃ… ah, es la paloma, la palomaâ€, y terminan allÃ. Pero el EspÃritu Santo es la vida de la Iglesia, es tu vida, mi vida… Nosotros somos templo del EspÃritu  Santo y debemos custodiar al EspÃritu Santo, hasta el punto de que Pablo aconseja a los cristianos que “no entristezcan al EspÃritu Santoâ€, es decir, que no se tenga una conducta contraria a la armonÃa que el EspÃritu Santo provoca dentro de nosotros y en la Iglesia. Él es la armonÃa, Él hace la armonÃa de este edificioâ€.
En fin – concluyó diciendo el Papa Francisco – hay que “purificar a la Iglesia†a partir de nosotros mismos:
Todos somos pecadores
“Nosotros somos todos pecadores: todos. Todos. Si alguno de ustedes no lo es, levante la mano, porque serÃa una hermosa curiosidad. Todos lo somos. Y por esto debemos purificarnos continuamente. También purificar a la comunidad: a la comunidad diocesana, a la comunidad cristiana, a la comunidad universal de la Iglesia. Para hacerla crecerâ€.
(MarÃa Fernanda Bernasconi – RV).