Exhortaciones del Papa a los ayuntamientos de Italia

RV).- El Papa Francisco dio su cordial bienvenida a los miembros de la Asociación nacional de ayuntamientos italianos

«La sociedad humana se puede sostener solamente cuando se apoya sobre una solidaridad verdadera, mientras donde crecen envidias ambiciones desenfrenadas y espíritu de adversidad, se condena a la violencia y al caos»

Con las imágenes de Babel y de la nueva Jerusalén, en la Sagrada Escritura, el Santo Padre señaló la ciudad de la que quería hablar:

«Una ciudad que no admite los sentidos únicos de un individualismo exasperado, que disocia el interés privado del público. Que no soporta ni siquiera los callejones sin salida de la corrupción, donde se anidan las plagas de la disgregación. Que no conoce los muros de la privatización de los espacios públicos, donde el ‘nosotros’ se reduce a eslóganes, a artificio retórico que enmascara el interés de pocos».

Destacando la importancia de «custodiar la pasión del bien común», de impulsar el crecimiento de la dignidad de ser ciudadanos, de promover la justicia social, el trabajo, los servicios y las oportunidades, además de educar a la responsabilidad, el Papa puso en guardia contra el riesgo de que se produzcan lugares con carriles dispares. Donde al faltar los servicios adecuados se forman nuevas formas de pobreza y marginación:

«Es allí donde la ciudad se mueve en dos carriles distintos: por una parte, la autopista de cuantos corren ‘hiper-garantizados’, por otra, la angostura de las pistas por las que pasan los pobres y los desempleados, las familias numerosas, los inmigrados, los que no tienen a nadie con quien poder contar. No debemos aceptar estos esquemas que separan y hacen que la vida de uno sea la muerte de otro y la lucha acabe destruyendo todo sentido de solidaridad y fraternidad humana».

En este contexto, el Obispo de Roma quiso hablar a los alcaldes italianos como habla un hermano:

«Les quiero hablar como hermano: es necesario frecuentar las periferias – las urbanas, las sociales y las existenciales – . El punto de vista de los últimos es la mejor escuela, nos hace comprender cuáles son las necesidades más verdaderas y descubre las soluciones aparentes. Al tiempo que nos da el pulso de la injusticia, nos indica también el camino para eliminarla, construir comunidades donde cada uno se sienta reconocido como persona y ciudadano, titular de deberes y derechos, en la lógica indisoluble que enlaza el interés del individuo con el bien común. Porque lo que contribuye al bien de todos concurre también al bien individual».

Para moverse en esta perspectiva necesitamos una política y una economía que vuelvan a centrarse en la ética:

«Una ética de la responsabilidad, de las relaciones de la comunidad y del ambiente. Igualmente, tenemos necesidad de un ‘nosotros’ auténtico, de formas de ciudadanía sólidas y duraderas. Tenemos necesidad de una política de la acogida y de la integración, que no deje al margen al que llega a nuestro territorio, sino que se esfuerce en hacer buen uso de los recursos de los que cada uno es portador.

Conociendo y comprendiendo el malestar de muchos ciudadanos en Italia ante la llegada masiva de migrantes y refugiados, el Papa dijo que es un malestar que se explica con el innato temor hacia el ‘extranjero’, un temor que se agrava con las heridas debidas a la crisis económica, a la impreparación de las comunidades locales, a lo inadecuado de las medidas adoptadas en un clima de emergencia. Y señaló cómo se puede superar:

«Este malestar se puede superar a través del ofrecimiento de espacios de encuentro personal y de conocimiento mutuo. Bienvenidas sean entonces todas aquellas iniciativas que promueven la cultura del encuentro, el intercambio recíproco de riquezas artísticas y culturales, el conocimiento de los lugares y de las comunidades de origen de los recién llegados.

Me alegra saber que muchas de las administraciones locales aquí representadas pueden contarse entre los principales promotores de buenas prácticas de acogida y de integración, con resultados alentadores que merecen una vasta difusión. Espero que tantos sigan vuestro ejemplo».

(CdM – RV)

Entradas relacionadas