“Los que recibieron al Papa fueron los pobres y necesitados”

(Consuelo Vélez, Bogotá) – Religion Digital

Como estaba previsto, el Papa llegó a Bogotá a las 4:30 p.m., y fue recibido por miles de colombianos que cubrieron todo el trayecto papal desde el aeropuerto hasta la Nunciatura. Se cumplieron todos los protocolos pero, por la personalidad que el Papa ha mostrado en todo su pontificado, cada momento resultó lleno de calor humano, de fiesta, de alegría.

De la Colombia que en realidad somos, la de una juventud con esperanza y alegría pero que tiene que afrontar muchos obstáculos para conseguir sus sueños, la de unas víctimas del conflicto armado que nos ha marcado por más de 50 años pero capaces de mantener la esperanza y la de ese pueblo creyente que no le importa gastar muchas horas esperando al Papa, porque sabe que su presencia aviva la fe e invita a construir la paz y la reconciliación que tanto necesitamos.

Después de saludar al presidente y a su esposa, el Papa recibió de manos de Emanuel -quien nació en cautiverio cuando su madre, Clara Rojas, estaba secuestrada por la guerrilla-, una paloma de la paz. Así quedaba explicito que este viaje papal es inseparable de su deseo de afianzar la paz “estable y duradera” en este país.

Al caluroso recibimiento de todos los que estaban en el aeropuerto, el Papa respondió, en un primer momento, levantando el dedo pulgar. Pequeño gesto que duro segundos, pero que mostró esa espontaneidad de Francisco en todo lo que hace y dice. Saludando a los soldados heridos en combate fue llamativa la atención que el Papa prestaba a cada uno.

Por eso, cuando el soldado profesional Juan José Florián Valencia, víctima de un artefacto explosivo que le quito sus dos brazos y una de sus piernas, se acercó a saludarlo, el Papa inmediatamente vio que no tenía brazos y le dio un caluroso abrazo. Gesto que, sin duda, vale más que mil palabras.

El obispo de Roma no dudó en quedarse de pie en el Papamóvil durante todo el recorrido por la Calle 26, repartiendo bendiciones y acercándose a la gente que podía romper la barrera de seguridad y alcanzaba a darle la mano. Pero el momento más emocionante fue su llegada a la nunciatura donde lo esperaban los jóvenes del IDIPRON (entidad pública que atiende a niños/as y jóvenes en situación de vulnerabilidad) quienes con su música -rap y cumbia-, su alegría y los regalos que le hicieron al Papa (una ruana, una vela y un vitral) mostraron esta Colombia joven, envuelta en muchas dificultades pero con capacidad de sobreponerse a las mayores adversidades.

Ellos afirmaron que quieren “dar el primer paso” para sobreponerse a todo lo que les ha llevado a las drogas y a otros vicios y le pidieron que reconociera la santidad del fundador del Idipron, P. Javier de Nicoló, verdadero apóstol entre estos jóvenes. El Papa visiblemente emocionado, se puso la ruana que le regalaron, e interactúo con los jóvenes haciéndoles repetir que no se dejaran robar la alegría, ni se dejaran robar la esperanza. Y les pidió que rezaran por él.

Ha sido bonito este primer día especialmente porque los que recibieron al Papa son los que él ha puesto en el centro de su pontificado: los pobres, los necesitados, los que se les quiere ocultar para que no interpelen desde sus necesidades la conciencia de los que se dicen cristianos. Ojala siempre fuera así la vida de la Iglesia.

Que los más pobres ocuparan los primeros lugares. Que todos los jerarcas se acercaran con esa sencillez a ellos. Y que la vida, la fiesta, la alegría ocupara la dedicación de la iglesia entre los pobres y para ellos.

Hoy continuara esta peregrinación papal y, con certeza, nos seguirá sorprendiendo con ese sabor a evangelio que tienen sus palabras y sus gestos.

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